Sus experiencias en la I Guerra Mundial lo alejaron de la pintura realista. El alemán Max Beckmann (1884-1950), famoso por sus autorretratos descarnados y por sus tormentosos cuadros sobre la condición humana, participó en el conflicto como médico.
A la vuelta sufrió ataques nerviosos y una transformación en su arte, que se tornó en una mezcla de escenas de pesadilla, trípticos abigarrados y la ruptura de cualquier perspectiva lógica.
Contra la inclinación de las corrientes pictóricas de comienzos del siglo XX a eliminar los géneros tradicionales, Beckmann los defendió siempre: retratos, escenas mitológicas, bodegones, paisajes...
Aunque se le suele clasificar de expresionista y se vio inevitablemente influido por el movimiento, no se identificaba con las vanguardias ni la abstracción: se autodefinía como "el último gran maestro". Era de una sensibilidad artística tradicional, pero con un mundo interior sumido en el caos.
Setenta cuadros que cambiaron el paisaje moderno
El Kunstmuseum de Basilea (Suiza) inaugura Max Beckmann: Die Landschaften (Los paisajes) una muestra con setenta cuadros de este género.
La exposición incluye obras maestras del autor como Meeresstrand (Orilla del mar, 1935) o Der Hafen von Genua (El puerto de Génova, 1927). Además, se reunen trabajos de varias colecciones privadas que rara vez se exponen en los museos.
Es una ocasión para descubrir las innovaciones que Beckmann aportó al género del paisaje. Panorámicas enmarcadas en ventanas, cortinas, parapetos, columnas y miradores distancian en una novedosa y personal perspectiva la inmensidad natural del grotesco y feo mundo civilizado.
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